Los ciclones tropicales están considerados los eventos meteorológicos más notables en la región donde se encuentran el archipiélago cubano, como es cierto también, que los más grandes desastres naturales que recoge la historia de Cuba han sido producto del impacto de estos sistemas.
Varios huracanes han ocasionado desastres de gran magnitud debidos, fundamentalmente, a la estela de muertes que dejó tras su paso la tormenta.
Era octubre de 1963 cuando los vientos sostenidos del huracán Flora se enraizaron en el oriente cubano. En sus tres días de azotar al país ocasionó alrededor de 2 mil muertos en el territorio nacional.
Sin embargo, estos tristes pasajes son hora cosas del pasado. Los cubanos han descubierto que el más confiable bálsamo es conocer mejor estos fenómenos y apostar por la organización, la previsión, la disciplina y la solidaridad.
Actualmente La Mayor de las Antillas, a pesar de su condición de país subdesarrollado, posee un moderno sistema de pronósticos y avisos, una Defensa Civil con planes concretos de protección, así como una voluntad política que prioriza, ante todo, la protección de las vidas humanas.
En el año de la COVID-19, especialistas vaticinan que para la temporada ciclónica pueden formarse 15 ciclones tropicales en toda la cuenca del Atlántico Norte, de ellos 10 en el área oceánica del Atlántico, dos en el Caribe y tres en el golfo de México.
Específicamente el Doctor Celso Pasos Alberdi, director del Instituto de Meteorología, anunció que el peligro de que la Mayor de las Antillas sea afectada por al menos un huracán es de un 60%.
Previsiones al fin, pero motivos suficientes para que Cuba anuncie el fortalecimiento de sus medidas ante esta nueva etapa.
UNA DEFENSA SOSTENIDA
La necesidad de revisar los planes de reducción del riesgo de desastres y tomar desde ahora las medidas a partir de los pronósticos y apreciaciones, adelantarse a los acontecimientos, preocuparse y ocuparse, resume la estrategia trazada por la Defensa Civil de cara a la temporada ciclónica que se extiende desde el primero de junio hasta el 30 de noviembre.
Así lo indicó este martes el General de División (r) Ramón Pardo Guerra, jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil (EMNDC), durante una reunión de trabajo de ese órgano que fue transmitida en videoconferencia para todo el país.
En el encuentro, Pardo Guerra propuso que el Ministerio de Salud Pública (Minsap), de conjunto con el EMNDC, elaborara una indicación especial para la temporada ciclónica a tono con la situación epidemiológica de la mayor de las Antillas, marcada por la presencia de la COVID-19 y con una situación que pudiera favorecer el auge del dengue y otras enfermedades infectocontagiosas.
Comentó que es importante tener precisiones de cómo enfrentar la temporada y trabajar con disciplina, mantener la vigilancia, optimizar los recursos con los que se cuentan, pues para ello hay voluntad y están creadas las condiciones.
Respecto a los centros de evacuación llamó a incrementar la vigilancia, que, como medida preventiva ante la COVID-19, no puede haber hacinamiento, y es vital realizar un saneamiento integral de las instalaciones que funcionaron para aislar a las personas sospechosas de tener el virus.
En la reunión se constataron las capacidades básicas del país para enfrentar la temporada ciclónica 2020 en medio de las complejas condiciones epidemiológicas, teniendo en cuenta la apreciación multipeligro, la probabilidad de ocurrencia del impacto de un ciclón tropical y la permanencia del actual evento de sequía intensa, además, se puntualizaron las medidas para la reducción del riesgo de desastres.
Por su parte, el Teniente Coronel (r) Adael Martínez Ramos, jefe del Departamento de Operaciones del EMNDC, puntualizó que en la temporada actual será necesario emplear un enfoque multipeligro y multiriesgo, en el cual se tomen en cuenta las experiencias derivadas de años anteriores y los elementos recogidos en el Procedimiento País para la respuesta a ciclones tropicales.
En este sentido, apuntó que se actualizarán los planes de reducción del riesgo de desastres de los distintos organismos, se garantizará la alerta temprana y se priorizarán las acciones de saneamiento ambiental.
Además, se velará porque los grupos electrógenos de emergencia aseguren los servicios vitales, se dará la máxima protección a los locales donde se tomen, procesen y analicen muestras que puedan contener la COVID-19, y se deben intensificar las acciones de divulgación contenidas en las Guías Familiares Para la Protección ante Ciclones Tropicales.
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