Tal vez el más reconocido y extendido de los acuerdos internacionales emanados de la Organización Naciones Unidas (ONU) es el Protocolo de Montreal para la eliminación de las sustancias que agotan la capa de ozono.
Hace un cuarto de siglo, el 16 de septiembre de 1987, el texto inicial fue firmado por 24 países en la ciudad canadiense de Montreal, un acto que recibiría el reconocimiento de Naciones Unidas poco más de una década después, en 1998, cuando se proclamó a ese como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.
Los beneficios de ese convenio, que en definitiva son comunes para toda la especie humana, hicieron que poco a poco fuera ratificado por diferentes gobiernos hasta sumar ahora 197, lo que ha permitido la eliminación del 95 por ciento de las emisiones en el planeta.
La Humanidad ha ido ganando conciencia sobre el tema, que en la actualidad es el centro de un potente movimiento internacional, y eso ha permitido además detener el crecimiento del agujero en la capa protectora de la atmósfera, un manto que evita la llegada a la Tierra de las radiaciones solares ultravioletas y cuya restauración los científicos estiman para el año 2065.
Cuba, con un serio programa de enfrentamiento y mitigación de los efectos del cambio climático global, es estricta en el cumplimiento de los compromisos asumidos para reducir y eliminar el uso y consumo de sustancias dañinas.
La creación por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), de la Oficina Técnica del Ozono (OTOZ), en 1995, significó la aplicación de un programa científicamente elaborado para la eliminación de las sustancias dañinas, que se inició dos años más tarde, en 1999, con el congelamiento de la importación de los clorofluorocarbonos (CFC).
Un proceso paulatino de reducción de estas sustancias ha ocurrido durante el presente siglo. En 2002, se logró la supresión de los halones y del bromuro de metilo, y al año siguiente la reducción en un 20 por ciento del metilcloroformo.
Para 2005, tuvo lugar la rebaja del 50 por ciento de los CFC y del 85 por ciento del tetracloruro de carbono.
Ya en 2007 disminuyó en 85 por ciento los CFC, cuya eliminación total se alcanzó en 2010, junto al BrMe, los halones y el tetracloruro de carbono, lo que abrió una nueva etapa en el cumplimiento del Protocolo, que ahora prevé la reducción y paulatina desaparición de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC).
Para el director de la OTOZ, Nelson Espinosa, uno de los más relevantes resultados de Cuba es la eliminación de los CFC en la refrigeración doméstica, así como en la fabricación de los aerosoles farmacéuticos y en los industriales.
Espinosa también señala como un éxito la inexistencia de extintores de incendios con contenido de halones, además del fin de la fumigación de almacenes y productos agrícolas con bromuro de metilo.
Ahora, la Oficina está empeñada en la eliminación de los HCFC para 2030 y del metilcloroformo para 2015, un ambicioso programa que está amparado por la Ley 81 de Medio Ambiente y que tiene el apoyo financiero y la asistencia técnica del Fondo Multilateral del Protocolo de Montreal.
“Por supuesto que eso constituye un desafío para el sector productivo nacional, pues esos son compuestos muy empleados en la climatización y refrigeración domésticas e industriales”, sostiene el Dr. Espinosa.
El progresivo fin de la importación y uso de la HCFC obligará a la búsqueda de gases refrigerantes alternativos no perjudiciales para la capa de ozono, aunque el país tiene una experiencia acumulada en la Revolución Energética, que significó la sustitución de más de dos millones de refrigeradores y equipos de aire acondicionado y el procesamiento de los gases de esos medios.
Todas las provincias del país tienen Centros de Recuperación de Gases Refrigerantes, dotados de la metodología, los equipos y el personal técnico entrenado, e incluso la espirituana fábrica de cemento de Siguaney, está habilitada para la destrucción de sustancias agotadoras de la capa de ozono.
Lo hecho hasta ahora, y sobre todo lo que se planifica hacer, es la respuesta del país al llamado del planeta a la restauración de la capa protectora, una singular sombrilla que los cubanos también ayudan a reparar.
Livia
16/9/12 7:51
Debemos cuidar la casa de todos.
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