El 21 de marzo partió hacia Lombardía la primera brigada médica cubana del contingente Henry Reeve, para enfrentar la COVID-19 en la región italiana más afectada por la pandemia. Dos meses después, el 8 de junio, cada uno de estos valientes regresó a casa con la alegría y el placer del deber cumplido: al terminar su misión habían brindado 5000 atenciones médicas, 3668 de enfermería y otorgaron 210 altas médicas.
Hoy, con el mismo orgullo, llegarán a Cuba los 39 colaboradores médicos que desde finales del mes de marzo lucharon desde la primera línea de batalla contra el nuevo coronavirus en el Principado de Andorra. Desde allí, atendieron a 8223 pacientes, realizaron 66 484 procesos de enfermería y salvaron 106 vidas. Desde allí, dieron y recibieron amor.
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Xavier Miquel, director del hotel Panorama, que durante tres meses albergó en Andorra a la brigada médica de Cuba que enfrentó a la pandemia de Covid-19 escribió en la carta de despedida: “nos duele su partida, como no puede ser de otra manera con gente como ustedes a la que nos une ya cariño y amistad, pero nos alegra saber que han cumplido con éxito su misión, y que vuelven a su país con un poco de Andorra y de nosotros en sus corazones. Esta será siempre su casa, gracias por todo, amigos”.
Es así que, sentimientos de gratitud como este, se replican cada vez más alrededor del mundo y aclaman lo que se dibuja justo: el Premio Nobel de la Paz para la brigada médica Henry Reeve. Mientras tanto, los nuestros salvan vidas, rescatan las sonrisas, devuelven sueños, espantan los miedos, hacen felices a otros, que es lo mismo que ser felices ellos.
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