La última edición de Público fue la 1599, aunque no estaba preparada para serlo. Como un mal augurio que se trata de alejar, sus 160 trabajadores y los más de 229 000 lectores esperaron durante semanas la noticia del cierre definitivo, luego de que en enero último la empresa editora Mediapubli solicitara un concurso voluntario de acreedores.
La intensificación de la crisis publicitaria, la profunda transformación que está sufriendo el sector de la prensa escrita y las dificultades para acceder a nueva financiación, fueron los principales argumentos de los directivos.
Además, la Web del diario, que aún se mantiene en línea con 14,2 millones de visitas mensuales, anunció su venta con el fin de obtener fondos y pagar a los acreedores, proceso que aún no se ha concretado.
Tras cinco años de circulación, 48 días sin percibir salario y 59 millones de euros en pérdidas, la última edición de Público vuelve a exponer las múltiples dificultades del sector informativo en muchos países. Las muestras de apoyo y los miles de mensajes recibidos en el medio o en las redes sociales no fueron suficientes.
El modelo de negocio escogido no ofreció el resultado que la empresa esperaba, pero sí demostró que el interés de los usuarios se refleja en medios y páginas Web, que como lo hizo Público hasta hace muy poco, priorizan los idearios progresistas, la conciencia medioambiental y los derechos humanos, afirmó uno de los usuarios de la versión online.
Los cierres escandalosos de cabeceras comenzaron en 2010, con la salida del escenario mediático de O Globo, uno de los principales diarios brasileños. El capítulo más reciente alerta sobre las transformaciones que estamos abocados a enfrentar si esperamos sobrevivir en un mundo signado por los cambios tecnológicos y donde la prensa impresa debe reinventarse constantemente, al menos los diarios de menos recursos.
La crisis económica, transversal a todos los procesos sociales y políticos que se desarrollan en cualquier país, ha impactado seriamente el ámbito noticioso. En algunos casos ha sido de forma tangencial, pero en otros se ha convertido en la certeza de que las posibilidades de éxito se reducen cada vez más. Sin embargo, el escenario digital se mantiene como un terreno donde la innovación periodística y el vínculo con los usuarios resultan aún zonas por dinamitar en muchos aspectos.
Las decisiones con respecto al trabajo en estos espacios deben ser cada vez más precisas, así como las acciones a desarrollar. El reordenamiento de los procesos productivos, la apuesta por nuevas rutinas y la capacitación del personal periodístico son algunas de las acciones más generalizadas.
Mas, el cambio hacia una concepción colaborativa y participativa del periodismo hipermedial y el aprovechamiento constante e inteligente de las características esenciales de la comunicación en red —hipertextualidad, multimedialidad e interactividad— podrían aportar nuevos horizontes.
Nada nuevo, muchos lo han dicho durante mucho tiempo. Solo que tras las experiencias negativas, es imprescindible volver atrás, recorrer nuevamente el camino y volver a informar, investigar, aprender; aunque este no sea el orden exacto de los verbos.
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