Cerrar el tramo de la Carretera Central que atraviesa a la ciudad de Sancti Spíritus implicó en los años 80 del siglo pasado que todo el tránsito local más el de oriente a occidente y viceversa fuera desviado hacia calles sinuosas y estrechas trazadas desde la época colonial para vehículos antiguos.
Si difícil era conducir un auto ligero, harina de otro costal era recorrer esas vías con un camión, una rastra, o llevar un arrastre por callejuelas de una antigua villa fundada por los colonizadores españoles.
Ante la imposibilidad de que un estudio por científico que fuera, acertara en determinar el sentido de circulación, se apelaba al sentido común o a las sugerencias y protestas de choferes y peatones para realizar cambios.
Las autoridades acudieron a los medios locales de prensa para informar las modificaciones, por lo que también se ubicaba algún agente en las zonas donde se hicieran las transformaciones, pues las vías hacia un sentido, amanecían opuestas al siguiente día.
Hubo encendidos debates con algunos choferes, uno de ellos no respetó la señal de Pare, colocada hacia un par de días en una calle que hasta ese momento había sido preferencial, y anunciada reiteradamente por la emisora Radio Sancti Spíritus.
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Cuando argumentó que no lo sabía, y le respondieron que la radio lo estaba repitiendo, dijo que no escuchaba radio, pero además, carecía de ese aparato y de tiempo para oírlo, a lo cual se sumó otro conductor y adujo que era de Matanzas, y allí no llegaba la señal.
Multar o no multar en un contexto de conflictos viales causados por el desvío del tránsito de la Carretera Central hacia calles estrechas y sinuosas, agravado porque los cambios podían ser de un día para otro, y la fuerza de la costumbre es inevitable.
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Se argumentaba que por haber sido informado por medios locales de prensa era suficiente, pero los infractores pedían tener en cuenta que no es una obligación legal oír radio, y el debate se empantanaba cuando alguien decía que la ley es la ley.
Por aquellos días los medios de prensa escrito no tenían las reducciones actuales, y las afectaciones eléctricas no impedían las transmisiones radiales y televisivas, pero tampoco abundaban las redes sociales como hoy.
Aun así, hay que preguntarse si los medios tradicionales y los surgidos con las nuevas tecnologías son suficientes para que los mensajes lleguen a las personas y se logre el efecto deseado, es decir, conductas y actitudes que emerjan positivamente o se refuercen las existentes.
Y la respuesta es clara, evidente, aunque quizás haya que investigar y estudiar más desde la ciencia, pero a simple vista, puede llegarse a la conclusión de que también hay que fortalecer la comunicación directa, cara a cara.
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