En la universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, recientemente se realizaron estudios comparativos en personas de 70 o más años de edad y fueron cotejados aquellos de peso normal en relación a quienes presentaban sobrepeso corporal (índice de masa corporal entre 25 y 29,9) y obesidad (índice de masa corporal de 30 o más).
Aquellos con sobrepeso corporal y obesidad mostraban una reducción de un 4 y un 8% respectivamente de los tejidos cerebrales en relación con quienes mantenían un peso normal.
LAS ZONAS VULNERABLES
Es más, esta disminución de la materia gris y blanca del cerebro se localizó en zonas claves donde radican las funciones cognitivas, lo que aumenta la vulnerabilidad a la enfermedad de Alzheimer.
Esto es un fenómeno complejo, porque a medida que aumentan los años, en gran cantidad de personas se prolongan los dañinos efectos de los errores en cuanto a la conservación de estilos de vida saludables. Y ello trae por consecuencia la aparición de enfermedades como la obesidad, derivada del sedentarismo y los malos hábitos alimentarios.
De ahí también la aparición frecuente de la hipertensión arterial, la diabetes y la prediabetes, etc., que afectan regiones cerebrales también en la mirilla del Alzheimer. El efecto sinérgico de estas entidades no se hace esperar.
Esto no quiere decir que todos los hipertensos o diabéticos vayan a presentar obligatoriamente esta enfermedad, pero si no son evitadas o controladas a tiempo, evidentemente se crea un riesgo incrementado de daño cerebral en comparación con aquellos que no las padecen.
LOS SALVADORES
La actividad física juega un papel fundamental en la protección cerebral. Si una persona camina 72 cuadras o más a la semana, es poseedora, según se ha demostrado, de un mayor volumen cerebral.
Protección adicional ofrece el consumo frecuente de pescado hervido o al horno y en general la ingestión diaria de una alimentación saludable.
NOS ESPERA LO BUENO
La humanidad actual está contemplando una etapa inédita en su secular devenir. Millones y millones de personas van a llegar a los 85 ó 90 años de edad. Y se trata de llegar sanos física y mentalmente a edades tan avanzadas. Para eso es fundamental mantener intacta la salud cognitiva.
Si la aspiración de todos es rebasar con éxito la barrera de los 100 años de vida útil y se conocen las maneras de preservarnos “a la medida”, es de imperdonables ingenuos violar las “normas técnicas” de la tan preciada maquinaria humana.
Para esto no es necesario acudir a remedios mágicos o caros. La protección viene de la adopción de saludables estilos de vida. Un concepto de simple sentido común. Pero hace tan solo una década no lo teníamos incorporado con toda claridad.
Se demuestra una vez más como el destino de cada cual no es algo casual o predeterminado. Está en las manos de cada uno de nosotros.
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