La solidaridad es posible definirla de diversas maneras. Una de ellas es a través de los actos que un sujeto ejecuta en beneficio de otra persona sin aguardar nada a cambio y está muy vinculada con otros valores como el compañerismo y el altruismo. Se puede decir que está basada en servir y ayudar a los otros.
La solidaridad dice mucho de cómo somos como sociedad, pues está vinculada con el adelanto social y es muy frecuente observarla en épocas de crisis.
Es definida como la colaboración mutua entre las personas y ha sido valorada como la obligación social por excelencia y la circunstancia más importante. Se cree que es como una unión o un apoyo entre las personas donde prevalece la compasión, el servicio y la empatía.
En diversas situaciones de la vida se le debe ofrecer ayuda al prójimo, dar una asistencia a esa persona que tanto la necesita cuando ocurre algún problema eventual, de salud, de abandono, económico, depresión o sencillamente ante un siniestro de la naturaleza.
Cuando se ofrece ayuda a quien lo necesita es equivalente a la solidaridad, es dar ese incondicional apoyo ante cualquier suceso, estar atento ante dificultades diferentes o males ajenos sin aguardar nada a cambio, solamente con el deseo de resguardar la integridad de ese ser amado.
Cuando se es solidario con otro y se ofrecer auxilio a quien más lo requiere, se aplica ese sentimiento que debe existir ante el prójimo, donde se involucran muchos valores y sentimientos en el instante de dar lo que otro tanto precisa, pues es el compromiso moral que debimos haber aprendido y desarrollado desde la niñez, es tener en cuenta y auxiliar en los aprietos de los demás. Como un único propósito de vida que se debe llevar a cabo para la personal satisfacción, resulta importante actuar ante cualquier eventualidad o urgencia que uno pueda encontrarse en la calle.
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LA AYUDA PROFESIONAL
En determinadas situaciones de emergencia es transcendental la presencia altruista de profesionales especializados que se ocupen de brindar ayuda ante cualquier contusión o lesión que se le presente a la persona necesitada, con el fin de calmar esa dolencia por medio de tratamientos especializados.
LA SOLIDARIDAD Y LA SALUD
Ofrecer solidaridad puede tener beneficiosos efectos para la salud a cualquier edad. Diversas investigaciones han demostrado este positivo efecto sobre una mayor supervivencia y la mejoría de dolencias. Los efectos positivos de ayudar a los demás de forma sistemática ha sido demostrado en las principales enfermedades crónicas. Hace pocas semanas se confirmó que los solidarios con diabetes tipo 2 su salud la mejoran cuando auxilian a otros individuos en igual situación. Por otra parte, aquellos con dolor que ayudan a otras personas que también lo sufren, disminuyen los niveles de discapacidad, la intensidad de su propio dolor y la depresión. Una pesquisa en el Estado de Nueva York comprobaba que ayudar a los otros con sistematicidad disminuía la depresión en grupos de todas las edades, pero sobre todo en quienes se encontraban por encima de los 65 años.
COMPARTIR TUS DICHAS
Tener un abrigo que usar en un día frío y lluvioso o un buen plato de comida no siempre está disponible de todos. Por eso se debe ayudar solidariamente a los más necesitados con lo que se pueda.
Ser solidario no es asunto de volverse un ser especial. Pero quien ve que una persona anciana tiene dificultades para cruzar la calle debe ofrecerse a acompañarla, recordando siempre ser amable.
Un ejemplo poco frecuente es el de comprender a los otros. Al ofrecerles apoyo y oírlos sin juzgarlos se crea un gran valor en la vida diaria.
LA CREACIÓN DE VALORES
La filosofía de la creación de valores involucra la acción en función de la felicidad humana. Cuando las personas pugnan por lograr dicho noble propósito consiguen extraer energía y sabiduría para suplir las circunstancias a cada momento y crear valor de esa forma y la empatía es la capacidad que tiene un ser humano para colocarse en el lugar de otra persona. Es decir, ser suficiente para entender los sentimientos y la situación que está viviendo otro individuo.
Es la capacidad para entender las emociones y los sentimientos de una persona cuando no lo está pasando bien. Los beneficios de ser empático son múltiples y muy buenos. Entre los principales se encuentran ayudar a sentirse mejor con uno mismo, auxiliar en la aclaración de problemas, desarrollar las destrezas sociales, ayudar a tener respeto por el resto de personas y a conectar mejor con los otros, subir la autoestima propia, ayudar a ser justos, fomentar el desarrollo emocional y contribuir a la inteligencia emocional.
LA SOLIDARIDAD SE PUEDE APRENDER
Se puede decir que determinadas personas nacen más bondadosas y solidarias que otras, pero eso no es definitivo, pues existen buenos ejemplos en padres, cónyuges, amigos o vecinos que pueden inculcar valores y nivelar una carga hereditaria de insuficiente amabilidad.
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INCULCAR LA SOLIDARIDAD DESDE LA NIÑEZ
El valor de la solidaridad prepara a los niños para trabajar en equipo, a ceder, compartir, respetar y coexistir con otras personas, impidiendo el egoísmo y el individualismo. Los niños no nacen solidarios, la solidaridad se inculca en los niños a través de diversas formas y en distintas situaciones diarias. La solidaridad debe ser transmitida y enseñada a los niños sobre todo por medio del ejemplo. Los padres deben practicar la solidaridad entre ellos y también con sus hijos, amigos, vecinos y demás familiares. Es el ejercicio que más aviva la interiorización en los niños de los valores.
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