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lunes, 25 de noviembre de 2024

Se es bueno porque sí

Hacer el bien es, por tanto, un acto de amor a los otros y a sí mismo, un suceso marcado por la sencillez y la naturalidad. Nuestros abuelos recogían parte de esa filosofía en el viejo proverbio: "haz bien y no mires a quién"...

Julio Cesar Sánchez Guerra en Exclusivo 03/03/2024
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Jose Martí
Es la hora de la carga y se abre el libro de la sangre; su lugar no es la hamaca del campamento, ni puede ser un espectador de la contienda

«Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás»; es un consejo martiano recogido en las páginas de la Edad de Oro y su valor ético rebasa todos los tiempos.

En una carta que escribe a su amigo Fermín, le dice el Apóstol: “Atúrdete haciendo el bien”; en Martí esa es una categoría en el ejercicio imprescindible para la virtud. Ya desde los tiempos de Sócrates se insistía en el lugar que ocupa el mejoramiento humano en la felicidad del hombre; parte de ese reto yace en la frase: Conócete a ti mismo.

Hacer el bien es, por tanto, un acto de amor a los otros y a sí mismo, un suceso marcado por la sencillez y la naturalidad. Nuestros abuelos recogían parte de esa filosofía en el viejo proverbio: “haz bien y no mires a quién”.

Se trata por otro lado de una actitud llena de profundas convicciones o de la manifestación de la conducta humana. En ocasiones hacemos el bien y llamamos la atención para que los otros vean que «somos buenos». Más difícil aún, cuando el bien se convierte en una meta para merecer algo, y después de alcanzado nos cae de la noche a la mañana una especie de desgano para hacerlo.

¿Cómo actuar cuando nos pagan con un mal por el bien que hicimos? Ya Martí había comprendido después de la experiencia desgarradora de las Canteras de San Lázaro, que el odio es una reacción que nace de afuera y solo el amor puede ser energía capaz de derrotarlo, dice que quien nos muerde la mano es porque está enfermo y que hace falta un «hospital de almas».

Es difícil responder a un mal con el bien porque se necesita mucho amor o la sabiduría del proverbio bíblico: Nunca respondas al necio a la altura de su necedad para que no seas igual que él, responde como merece su necedad para que no se crea sabio en su opinión.

Decía un poeta que «hay guerras bajo nuestra piel»; dentro del hombre echan su pelea el bien y el mal, esa batalla es diaria y de ella no se escapan los instintos. Nuestro Martí nos advertía: «…cada hombre lleva en sí todo el mundo animal, en que a veces el león gruñe y la paloma arrulla, y el cerdo hocea; –y toda virtud está en hacer que del cerdo y el león triunfe la paloma».

Se explica entonces por qué un mismo hombre es capaz de hacer el bien y el mal, la bestia o el ángel simbolizan la derrota o la victoria en la guerra interior del hombre. Era este el mismo dilema que se planteaba Zoroastro, más de seiscientos años antes de Jesús de Nazareno, en la antigua Persia.

Si algunos hacen el bien alzando la voz para que lo anoten en su expediente de benefactor, otros lo hacen para que sirva de deuda ante lo que les pueda faltar mañana; no escasean ahora los que actúan mirando de reojo al bolsillo donde se pone precio al bien como a una mercancía libre de impuestos. También la inflación reproduce pillos y espíritu de supervivencia.

No faltan los que hacen el mal, y luego sufren un profundo arrepentimiento. Judas entrega a Jesús con un beso; luego devuelve las treinta monedas de recompensa porque estaban manchadas con sangre. Algunas filosofías niegan la existencia del bien o el mal; dicen que fue duro el debate entre Lao Tsé y Confucio.

Y más allá de filosofías o pareceres, muchos hacen el bien como si fuera una fiesta de la sencillez humana; esos son los que creen que la inteligencia solo nos hace crecer cuando va de manos de la bondad, los que no temen comprender a Martí cuando dijo: Eso es mejor que ser príncipe: ser útil. Y como leí alguna vez de un autor desconocido: "Ser bueno no es sinónimo de ser idiota. Ser bueno es una virtud que algunos idiotas no comprenden" Es cierto que una vieja película de Akira Kurosawa de 1960, levanta esta frase: “Los malos duermen bien”. Tal vez sea así, a veces, pues no faltan pesadillas a la maldad.


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Julio Cesar Sánchez Guerra

Pinero de corazón. Pilonero de nacimiento. Cubano 100 por ciento. También vengo de todas partes y hacia todas partes voy. Practicante ferviente de la fe martiana. Apasionado por la historia, la filosofía y la poesía.


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