martes, 24 de septiembre de 2024

Remesas en Cuba, ni fenómeno extraordinario ni tema tabú

Condicionado por la histórica hostilidad de Estados Unidos y por el agravamiento de la situación económica a partir de la década de los 90´ del pasado siglo, el envío de efectivos desde el exterior debe ir acompañado de políticas públicas consecuentes...

Haroldo Miguel Luis Castro en Exclusivo 20/06/2022
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Remesas en Cuba
Las particularidades políticas provenientes de Estados Unidos matizan la efectividad de las remesas (Foto: Pinterest)..

El flujo de remesas desde los lugares donde trabajan migrantes hacia las familias radicadas en sus países de origen se ha convertido en un tema controvertido. Si bien este no es un asunto para nada nuevo, durante las últimas décadas la comunidad internacional se ha preocupado por entender las causas y consecuencias de un proceso absolutamente globalizado.

Para la chilena Carolina Stefoni, Doctora en Sociología y Máster en Estudios Culturales de la Universidad de Birmingham, Inglaterra, el interés se debe a cuatro factores. En su texto Migración, remesas y desarrollo, explica que el primero se vincula con los cambios migratorios experimentados en América Latina y el Caribe a raíz de la salida de personas a naciones desarrolladas. El segundo se relaciona con la capacidad tecnológica para cuantificar el monto que reciben los territorios receptores. El otro elemento va asociado con los índices de pobreza, desigualdad y subdesarrollo de dichos estados. Y el último conecta la influencia del capital percibido en la orientación de la política económica del área. 

De cualquier manera, resulta innegable el aporte de las remesas a los programas de transferencia de efectivos. De hecho, Michal Rutkowski, director global del Departamento de Prácticas Mundiales de Protección Social y Trabajo del Banco Mundial, les ha insistido a los gobiernos en la necesidad de establecer políticas públicas que faciliten estas operaciones para propiciar, entre otras cosas, una mejor recuperación económica tras el impacto negativo de la COVID-19.

Según cifras del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas, uno de cada siete individuos en todo el mundo participa en esta actividad con el envío de USD 200 o USD 300 como promedio cada uno o dos meses, lo que puede llegar a representar hasta el 60% de los ingresos de los destinatarios. Además, solo en el 2021 el Banco Mundial registró un crecimiento del 21,6% de despachos en la región y estima un aumento cercano al 4,4% para el año en curso.

En el caso específico de Cuba, la expedición de remesas pasa, sobre todo, por la existencia de una considerable comunidad en el exterior; y la condicionan la histórica hostilidad de Estados Unidos (EE.UU.) y el agravamiento de la situación económica a partir de la década de los 90 del pasado siglo.

Tal y como señala el estudioso José Fresneda Camacho en su investigación publicada en 2006 bajo el sello editorial del Consejo latinoamericano de Ciencias Sociales, Vivir con lo que mandan, las remesas y su impronta en la familia cubana, el envío de efectivo a la Mayor de las Antillas se distingue por estar destinada al consumo de artículos de primera necesidad de difícil adquisición; aun cuando se ha extendido para cubrir también los gastos de telefonía móvil, el acceso a Internet o a la inversión de pequeños y medianos negocios privados.  ´

En ello influyen también las particularidades políticas provenientes de EE.UU. que matizan la efectividad de las remesas. Considerado uno de los principales obstáculos para alcanzar una relación migratoria normal y estable, las distintas administraciones que se han sucedido en la Casa Blanca—de forma más o menos manifiesta— han politizado el fenómeno. Con el fin de hacer realidad sus argumentos cuando hablan de la ineptitud del gobierno revolucionario para lograr avances económicos significativos, los lobbies anticubanos han hecho cuanto han podido para frenar los vínculos monetarios. 

Consulte además: Reunificación familiar y remesas, las noticias como son

Sin ir más lejos, en diciembre de 2019, durante la gestión de Donald J. Trump y en añadidura al bloqueo comercial y financiero, la oficina para el Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC, por sus siglas en inglés) modificó las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos y limitó las remesas familiares a USD1000 por trimestre. La misma OFAC suspendió las transferencias relacionadas con Cuba que tuvieran su origen y destino fuera de EE.UU. y también eliminó las remesas de donaciones.

En febrero de 2020 a la compañía estadounidense Western Union se le negó la posibilidad de enviar remesas a Cuba desde terceros países. Unos meses más tarde, en el peor contexto epidemiológico por causa de la COVID-19 y en pleno periodo de escasez de recursos y materias primas, el Departamento de Estado anunció la inclusión de siete instituciones a la Lista de Entidades Cubanas Restringidas. Entre ellas, la compañía FINCIMEX, uno de los principales canales para hacer este tipo de transacciones.  

Con Joseph Biden en la presidencia el escenario apenas ha cambiado. Tras año y medio en el Despacho Oval ha impulsado algunas reformas que, aparte de mantener intactas las 243 medidas coercitivas impuestas por Trump, ni siquiera han tenido un impacto real.  

No se trata, en definitiva, de satanizar o ensalzar un proceso que persistirá a las restricciones y a los intereses políticos. Sino de saber emplear con coherencia un elemento con la facultad de ayudar al desarrollo del país. Pero también de crear desigualdad y exclusión.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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