En el ámbito deportivo, los pronósticos precompetencia existen y muestran una posible actuación de cada país. La mayoría de las veces se cumplen si se conocen los rivales a enfrentar, y en otras se tornan más complicados si no aparecen muchos datos de esos contendientes.
Lo cierto es que estas previsiones están para romperse, igualarse o en el peor de los casos quedar por debajo. Entonces, si concuerdan conmigo, valoremos la actuación de las delegaciones cubanas en las justas olímpica y paralímpica disputadas recientemente en París 2024.
En la cita olímpica, la delegación cubana estuvo alejada no solo del pronóstico dado por las diversas comisiones del Inder, sino también de ese esperado aporte de los deportes de combate, que siempren habían levantado a la Isla en el medallero final.
Según lo previsto, la delegación pretendía ubicarse entre los primeros 25 lugares, apoyada en lucha, judo y boxeo. Pero con escasa cota de nueve preseas (2-1-6), cayó al puesto 32.
No descubro el Mediterráneo si les recuerdo que las preseas de oro son las que catapultan favorablemente a las naciones participantes. Pero ninguno de esas tres modalidades deportivas mostró su real valía.
Las palmas para el imbatible luchador grecorromano Mijaín López (130 kgs), que firmó en París su quinto cetro olímpico. Inamovible para sus rivales, los empujaba y ponía pasivos. No cambió el diseño de trabajo sobre el colchón: marcaba punto con pase atrás y a seguidas se apuntaba dos más -como mínimo-, con un desbalance.
Y qué decir de la gladiadora capitalina Yusneylis "la Chiqui" Guzmán (50 kgs), que se convirtió en la primera mujer cubana en firmar una medalla olímpica (plata), apoyada en su velocidad y esa letal técnica de universal con desbalance cuando trabaja en la posición de cuatro puntos.
Sobre el colchón no fructificaron como se esperaban las acciones de figuras como el campeón olímpico Luis Horta (67) y Gabriel Rosillo (97), ambos del estilo Greco, quienes terminaron con bronce. La lucha libre retornó sin preseas.
Sobre el boxeo también recaía nuevamente una alta responsabilidad. Pero apenas se consiguió el cetro de Erislandy Álvarez (63 5 kgs), quien tomó revancha de la derrota sufrida en el Mundial del pasado año y se impuso en la final al experimentado pugilista francés Sofiane Oumiha.
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Figuras como el pentacampeón mundial y doble titular olímpico Julio César La Cruz (92 kgs) -perdió en su primera pelea- y el dos veces monarca olímpico Arlen López (80 kgs), que terminó con bronce, quedaron a deber con los hinchas de este deporte.
En Tokio 2020, Cuba había terminado en el lugar 14 con 10 medallas (6-3-1). Se impone ahora un análisis exhaustivo para buscar las causas de los reveses y crear las condiciones para asistir con más brío a la edición olímpica de Los Ángeles 2028.
PARALÍMPICOS CUBANOS SÍ DIERON LA TALLA
Pocos días después de caer las cortinas de la justa olímpica, París también acogió la sede de los Juegos Paralímpicos, en los que Cuba, guiada por su paratleta Omara Durand, cumplió pronósticos.
Estas figuras que hacen caso omiso a sus respectivas incapacidades físicas, rompieron barreras y se ubicaron en el lugar 24, para acertar en la previsión de cerrar entre los primeros 25 países.
La cota final fue de 10 medallas (6-3-1), signada por el esperado triplete dorado de Omara en las pruebas de 100, 200 y 400 metros planos (categoría T12), guiada siempre por su fiel escudero Yuniol Kindelán, ambos de Santiago de Cuba.
Con estas tres coronas, a pura velocidad, ritmo preciso y mucho acople con su guía, Omara repitió su actuación de Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. Así, llegó a 11 cetros paralímpicos, una cota que pasarán muchos años y se mantendrá intocable. ¿Será que algún paratleta la podrá quebrar? Me parece imposible.
Su retiro de las pistas dejará un enorme vacío en las futuras delegaciones cubanas.
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También hubo preseas doradas para el paratenimesista Yunier Fernández (TT1), el saltador de longitud Robiel Yankiel Sol (T47) y el jabalinista Guillermo Varona (F46).
La delegación paralímpica superó la cosecha de la edición anterior en Tokio, en la que ocupó el lugar 35 con saldo de seis medallas (4-1-1).
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Dentro de cuatro años, en Los Ángeles 2028, no estarán ni Mijaín ni Omara. Sin dudas, se les extrañará. Pero su impronta perdurará durante mucho tiempo. Ese ejemplo estimulará a muchos y el movimiento deportivo nacional podrá recoger los frutos.
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