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miércoles, 2 de octubre de 2024

Nicole Kidman en estado de Gracia

La estrella de Hollywood desaparece completa y rotundamente detrás de la princesa Grace en el filme de Olivier Dahan...

Diany Castaños González en Exclusivo 11/08/2015
2 comentarios

Grace de Mónaco, última película de Olivier Dahan, director de La vie en rose, inauguró el Festival de Cannes de este año, a pesar de que el valor artístico de este retrato de la princesa Grace es bastante cuestionable.

En los años 60 la actriz norteamericana Grace Kelly se casó con el príncipe de Mónaco, y tuvo entonces que dejar sus interpretaciones histriónicas para convertirse en princesa. Era una actriz de renombre, que robaba papeles protagónicos a mujeres tan consagradas y guapas para Katy Jurado y la bien llamada “El animal más hermoso del mundo”, Ava Gardner. Pero escogió el amor y la realeza por encima de la actuación y su vida cambió para siempre.

El filmeGrace de Mónaco plantea fundamentalmente el dilema de Grace Kelly. O se queda en ese principado en el que la corte la trata con frialdad y pretenden que sus funciones se limiten a ejercer de lujoso florero, o acepta la proposición de Hitchcock de regresar al cine para interpretar Marnie, la ladrona. Esta mujer, obligada al aislamiento de todo cuanto conoce, encerrada entre costumbres y un idioma ajeno, asumirá su condición de princesa como el más importante de sus papeles, y logrará estabilizar las relaciones entre Francia y Mónaco… con sonrisas, galas y mucho glamour.

El enfoque de la historia resulta fútil y hueco, con aroma a telenovela. Los personajes y las situaciones bordean —involuntariamente— la caricatura, con una incapacidad transparente para transmitir algún tipo de emociones. Lo único salvable en este esquemático, torpe y cursi pasteleo es la interpretación de Nicole Kidman.

Nicole Kidman desaparece completa y rotundamente detrás de la princesa Grace. En las primeras escenas es Grace Kelly en un estudio de filmación, y camina y se comporta como una Juno del Olimpo; luego, es una esposa y madre que intenta pertenecer a la realeza, hasta que, finalmente, es ella la realeza misma.

En Grace de Mónaco Olivier Dahan intenta equilibrar en paralelo dos conflictos, el de Mónaco con Francia y el de la princesa Grace con ella misma, y ambos tienen que ver con la independencia.

Nicole Kidman expresa con exactitud la tentación de la princesa Grace por convertirse otra vez en Grace Kelly y acudir a la llamada de Hitchcock, que le ofrece un papel por el que le pagan un millón de dólares.

Sobre la capacidad interpretativa de Nicole Kidman habla el mejor momento de la película (con el permiso de la escena en la que Paz Vega interpreta un tema de María Callas), cuando ensaya en la soledad de su dormitorio una escena de Marnie: la borda de un modo que probablemente no hubiera hecho Grace Kelly, a la que tal vez no superara como princesa, pero sí como actriz.

El problema de la película no está, claramente, en el trabajo de su protagonista Nicole Kidman, sino en el modo floreado con el que Olivier Dahan afronta los tramos sentimentales de su relato (ya le pasaba un poco en La vie en Rose), como si necesitara encontrar unas cuantas lágrimas para darle sentido a la humedad de una historia de la que está el mundo empapado. Pero ese retocado emocional no es suficiente para empañar la gracia (o Gracia) de Nicole Kidman, que envuelve a la vez a la princesa de Mónaco y a la reina Kelly.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 2 comentarios


tito el d siemp
 11/8/15 12:34

Francia y Mónaco tienenun a historia de peleas eternas

ah
 11/8/15 12:20

Gracias por la informacion ahora lo se para ir a verla

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