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jueves, 10 de octubre de 2024

¿Feria o festival del libro?

Un libro hoy cuesta caro y, mientras, no acaban de generalizarse los e-books, verdadera democracia de la tinta digital...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 22/05/2018
2 comentarios
Feria del Libro
La feria existe, eso es un paso, una barricada que conservamos, pero le falta para ser un festival, un carnavalesco y auténtico nacimiento de culturas y curiosidades.

“Una feria no, un festival del libro es lo que debiera hacerse”, recuerdo ahora las palabras de mi amigo y multipremiado poeta Sergio García Zamora , cuando ambos conversábamos de estos tópicos como simples estudiantes: el uno de Filología y el otro de Periodismo. Para él debiera haber carretas que repartieran por la calle las mejores novelas y poemas, mientras el pueblo se desespera por leer. “En mi juventud, íbamos todos a la escuela al campo con un clásico debajo del brazo”, me decía mi profesora de Filosofía. Frases de la Universidad y de tiempos de lecturas que se le graban a uno.

Desde la fundación de la Imprenta Nacional, dirigida por Alejo Carpentier, la compulsión por leer fue definitoria en la sicología del cubano; más de un extranjero se azora con la cantidad de lecturas que una persona de edad media tiene en este país. Pero, ¿qué está pasando en el aquí y el ahora?, para empezar, las ediciones han variado su curso y se encarecen de un año a otro, a la vez que nos gana el aplanamiento de los gustos, no más aquellas colecciones como Huracán, que parecían vendavales del saber. Y no acaban de generalizarse los e-books, verdadera democracia de la tinta digital, que ya debiera estar suplantando al pasado.

Tengo un lector viejo, le caben 500 o más libros, a veces funciona y otras no, pero gracias a esa herramienta he conocido clásicos que Cuba no ha publicado, a la vez que accedo a lo más actual tanto en literatura general como especializada. Las ferias del libro en Cuba debieran sobrepasar su mentalidad de ferias, quizás haciendo uso del cronotopo del carnaval, donde hay una inversión en el buen sentido de los papeles, pues preocupa que la gente acuda a los estantes por un esnobismo o guiados por seudo campañas librescas. También quitan el sueño las ediciones provinciales, por diversos vicios que las distancian del mundo y las hacen enquistarse en un tipo de literatura o un cenáculo de autores.

Se respira, en el panorama editorial cubano, un no-sé-qué conservador que se riñe con el mercado prevaleciente en el mundo contemporáneo, pero que no es capaz de establecer una alternativa, un camino. Incluso muchas veces se cae en la mímesis de aquello que tanto se combate. Los libros de colorear, por ejemplo, junto a otros de temáticas más especializadas, gozan de una prevalencia que debiera dejarse al clásico o al novel autor cuya novela promete generar lectores y renovación discursiva.

Desde la prensa, no abunda la crítica literaria que desatiende, entre otras cuestiones, sombrías ediciones de excelentes libros, por ejemplo, una bastante actual de El quetzal resplandeciente parecía gritar desde su magra portada ¡no me leas!, porque contenido y diseño van reñidos de a tajo. También se deja pasar que un clásico como Los cuentos de la Alhambra de Washington Irving, salga con páginas en blanco. Las erratas suelen ser irremediables, pero rara vez se pueden perdonan semejantes descuidos, menos a dicho nivel. Los ejemplos están escogidos al azar, entre ediciones que debieran ocupar el cimero puesto, cuando hay que buscarlas prácticamente en el fondo de un cajón.

“Libros para maniseros”, así define mi amiga filóloga cierta clase de libro que pasa sus tres edades y su deceso en la librería sin que nadie se entere de su existencia, ello sucede por muchas cuestiones: es una mala obra o es la pésima promoción, el diseño barato y llano y el silencio de quienes trabajan en el local, pues para ser vendedor de libros (me parece) debiera manejarse algo de literatura. Mi profesor en el Centro Onelio, Eduardo Heras León, recuerda cómo en su juventud no logró timar a un librero, pues aquel señor, cuyo oficio dominaba al dedillo, sabía muy bien que el Ulisses de Joyce valía y no podría venderse así como así. Entre risas siempre hace esa historia a sus alumnos, como un ejemplo quizás de la generación que leía por instinto.

¿Quiénes leen hoy en Cuba?, mayormente los mismos escritores, quienes buscan de manera desesperada en bibliotecas y librerías la savia que necesitan, los poetas leen a los poetas y los narradores a los narradores. La compulsión es formativa, pero no lúdica, por divertimento, curiosidad y hábito general. La realidad de ahora pervierte los gustos, generando la obsesión por la imagen y el desprecio del logos, o sea, la dejadez de la letra impresa por la televisión, los juegos interactivos, los paquetes de shows hilarantes, la banalidad vuelta a contar millones de veces. La Cenicienta de las barbies no resulta ya un cuento, sino un canon de comportamiento, una imagen a la cual llegar cuando grandecitas, lo mismo sucede con los modelos masculinos.

Unido a ello timan a la cultura quienes quieren hacerse millonarios en el mundo vendiendo historias a lo Corín Tellado, manera de desplazar en el mercado editorial la atención a los buenos y noveles autores. Tan intricado está el mundo de la lectura que cuando hablamos de eso nos viene a la mente el consumo más que otra cosa, pues lejos están los tiempos de las escuelas al campo con un libro debajo del brazo. Ahora el sujeto de la historia, el protagonista, es el celular, en el cual pudiera caber un sinfín de clásicos, pero no, se usa para juegos-pérdida-de-tiempo o fotos indiscretas o videos de vaya a saber quién y de qué manera.

La feria existe, eso es un paso, una barricada que conservamos, pero le falta para ser un festival, un carnavalesco y auténtico nacimiento de culturas y curiosidades.


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación

Se han publicado 2 comentarios


zea
 16/1/19 19:59

Me desboqué como polilla desde los 3 años, y mi bisabuelo se dedicó a buscarme infinitamente La Isla del Tesoro... desde entonces leo, sin parar. Muy bien lo de los libro digitales y pro derecho de autor, y demás. Pero no hay nada más rico que el olor de la tinta en el papel. Año tras año me sumo a la Feria y ahora soy madre, y duele ver cómo aumentan los precios cada año un poco más. Duele, porque en vez de Feria parece cruel mercado de valores, donde el valor del deseo de leer es totalmente nulo. Leerle el cuento infantil bien ilustrado a tu hijo pequeño, eleva su precio hasta las nubes. Colores, formas, letras y números, se sumaron en un buen cuarteto el año pasado y mi príncipe enano de casi 4 años ya conoce cada rincón de esos libritos... pero a qué precio!!!  Felicito a los organizadores por recuperar el pabellón Tesoro de Papel, los piojitos de casa también van a la Feria, y no solo a mirar!!! Espero que esta vez el sol, la aglomeración de gentes y el buen concurso de los feriantes, nos permitan a todos los polillas, poder difrutar de títulos sugerentes. Que baje el precio, un poquito también, que van a los cielos, y por más que me estiro, ya no crezco.

JD
 23/5/18 16:35

De acuerdo con TODO. Entre otras cosas, de la poca promocion y calidad estetica de los libros que se publican, y de los temas TAAAN atrayentes que se escogen para publicar. Tambien de acuerdo con el poco uso, e incluso el cierto rechazo, hacia los libros digitales a nivel de las instituciones oficiales, eso se percibe, aunque el discurso sea otro. Le cuento algo, yo trabajo en la industria y soy lector acerrimo,asi que no solo leeen los del ramo, todo no es tan negro. He hecho trabajo de divulgacion entre mis compañeros, quizas lo que no han hecho las instituciones, por ejemplo, como todos ahora estan atras de la serie de  juego de tronos, pues les he repartido los libros en digital(que por cierto estan muy bien escritos) y tengo a unos cuantos enganchados, cuanto terminen esos pues posiblemente sigan con otros. Eso es lo que quizas no hacen las instituciones, aprovechar los momentos. Hace unos años se hicieron las peliculas del señor de los anillos, ¿Por que no se aprovechó y se reeditaron esos libros, que ya se habian publicado en Cuba? Por ahi se hubieran captado unos cuantos lectores jovenes, y lo que duele es que hay personas que cobran para pensar en estas cosas. En fin, el tema da para rato. Un saludos a todos

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