//

miércoles, 2 de octubre de 2024

De la aldea al mundo

Difundir la producción literaria y estimular la creación de los escritores en cada territorio conforma el eje meridiano de tamaña empresa cultural...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 13/08/2015
0 comentarios

Algunos académicos como José Antonio Baujín la definen como una revolución dentro del mundo de las letras cubanas; otros como la historiadora Olga Portuondo Zúñiga se atreven a detallarla como corriente lozana de sabiduría; protagonistas como Teresa Melo, fundadora de ediciones Santiago, confían en que el programa era la pieza que faltaba en el mapa de la literatura de la isla. La mayoría coincide en que la creación del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) constituye un suceso sin precedentes en lo que se refiere a la democratización de la cultura en la nación caribeña.

A tales luces, las Riso —como también se le conoce, en alusión a Risograph, tipo de tecnología empleada para la impresión—, iniciaron una de las aventuras más deslumbrantes de la historia reciente de la cultura cubana. Bajo tales efectos tendría igual relevancia editorial la propuesta de un poemario de un autor que viviera junto al Faro de Maisí, como un ensayo histórico sobre la piratería y su incidencia sociogeográfica en el cabo de San Antonio. ¿La única premisa necesaria?: la calidad de la obra.

SUPERAR EL SÍNDROME METROPOLITANO

Surgido en el 2000, tras el empeño de dotar a los autores locales de un mecanismo para la publicación de sus propuestas, el SET cuenta hoy con más de una docena de sellos literarios en todas las regiones del país. Hasta esos inicios de siglo, las provincias estaban marcadas por la ausencia de casas editoras o, en el caso menos desventurado, por una experiencia editorial fortuita e intermitente.

Había sido un sueño de Fidel Castro para incrementar la producción literaria en todo el país, como parte de los programas para el fomento de una educación general e integral. Había sido un sueño que hace 15 años es realidad, cual reflejo de un pensamiento cultural revolucionario que provoca la creación en sus expresiones diversas a fin de atribuirle roles protagónicos a los escritores en cualquier parte del archipiélago cubano.

Entre los sellos que componen el SET se encuentran ediciones Loynaz, Sed de Belleza, Capiro, La Luz, Mecenas y Extramuros, por solo mencionar algunos. Gracias a ellos, hoy son miles los títulos con tiradas que fluctúan entre los 500 y 700 ejemplares, y se comercializan, en primer lugar, en el ámbito territorial, aunque trascienden ese marco al circular durante la Feria Internacional del Libro que se desarrolla a escala nacional, en tanto engrosan el catálogo de las bibliotecas provinciales.

A las nuevas facilidades se adiciona el hecho de que la mayoría de las publicaciones seriadas culturales en las provincias se imprimen en las máquinas Risograph, opción que permite relegar aquel tiempo en que dichas divulgaciones dormían la pesadilla de las listas de espera en las grandes imprentas.

En esta revolución de imprenta, los primeros afortunados resultaron escritores emergentes y aquellos que, distanciados por una u otra razón de los principales centros editoriales de la capital, veían frustradas las vías para la divulgación de su obra.

Con la nueva opción literaria,los lectores ganaron también, con énfasis en el acceso a esa cosmovisión territorial ausente de los libreros hasta entonces. Aspectos sociales de la vecindad inmediata, nociones relevantes de la historia y tradición cultural de las comunidades respectivas emergieron de los textos salidos de las Riso.

LOS CÍCLOPES DEL SET

Mas, aún con sus múltiples ventajas, en el SET no todo resulta laudable. En ese toma y daca, algunas preocupaciones rondan sobre la terminación del libro, el volumen de las tiradas, la promoción, circulación y los consiguientes niveles de satisfacción de sus autores; además, la presencia de estos títulos en las bibliotecas y los límites editoriales que imponen, en ocasiones, una búsqueda desmedida de la territorialidad.

“Hay que cambiar algunas estrategias y conceptos”, reclaman algunos editores, autores, promotores y directivos; especialmente ante los mecanismos todavía fallidos de promoción y comercialización. Temas estos aún por resolver, en aras de otorgar a cada libro la dimensión y el espacio que merece de acuerdo con su calidad, demanda potencial y relevancia del autor.

Alejarse de presentaciones demasiado formales; incrementar los conocimientos de aquellos encargados de la gestión de venta y comercialización para que sea más efectiva; vincular formas varias y alternativas para una divulgación eficiente podrían resultar algunas acciones para allanar el camino entre el libro y el lector.

En sus inicios, algunas críticas emergieron en ese afán por concebir al arte solo desde predios cosmopolitas; hasta hubo quien predestinó una desconcentración cualitativa marcada por la búsqueda desenfrenada y la aceptación acrítica de textos pobremente escritos y peor documentados.

Quince años han servido de prueba y error de un proyecto que intenta, con sus sombras y luces, defender un trabajo más lúcido que analice las correspondencias entre conceptos como local, regional y nacional. “Llevar la aldea al mundo”, como dirían los maestros latinoamericanos de la comunicación.


Compartir

Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.


Deja tu comentario

Condición de protección de datos