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martes, 8 de octubre de 2024

Contar Cuba a través de sus vallas

Cubahora conversa con Alfonso González Quesada, un profesor universitario catalán que encontró una nueva forma de narrar y de encontrar esencias sobre Cuba...

Haroldo Miguel Luis Castro en Exclusivo 23/10/2018
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Alfonso Gonzalez
Poco más de diez años llevó a Alfonso González Quesada recopilar el material necesario para la realización de su libro (Foto: verkami.com).

Nunca ha sido tarea fácil intentar recrear el pasado. Y acercarse al de otro país sin dejarse dominar por el exotismo, requiere responsabilidad y respeto. Por eso, si algo no podemos dejar de reconocer en Alfonso González Quesada es la valentía con la que asumió la misión de “contar” nuestra historia más reciente a través de imágenes, en este caso de vallas. Esas mismas que nos asaltan cada día desde los lugares más insospechados y nos hablan de todo, o de casi todo lo que debe ser recordado en Cuba.

Por más que lo niegue, este profesor universitario catalán encontró una nueva forma de narrar y de encontrar esencias. Su mérito radica no solo en reconstruir “el imaginario que ha querido forjar la Revolución”, sino en visibilizar ese “otro arte” que es saber comunicar con creatividad. El libro Cuba en vallas, presentado este mes en La Habana, es todo eso, un entramado de lo mejor del ingenio humano puesto al servicio de la eterna idea de un futuro mejor.

Contiene unas 500 ilustraciones acompañadas de textos que explican la evolución del proceso revolucionario a través de las vallas políticas. Las imágenes proceden de la colección particular del autor, nutrida durante sus diversos viajes a Cuba, y de la Editora Política, obtenidas a través de un convenio de colaboración.

¿Cómo surge el proyecto de Cuba en vallas?

—Surge al venir aquí por primera vez en 2003 y comprobar que el espacio urbano está copado por mensajes con contenido político y social. Partí de la suposición de que cada valla era la pieza de un mosaico y mi tarea fue reunir esas piezas para conocer cómo se ha narrado la evolución del proceso revolucionario del pueblo cubano. Tuve la fortuna de dar con la Editora Política, entidad que había conservado las imágenes de vallas. Desde entonces, mi labor ha sido descubrir ese patrimonio y reconstruir la historia para conocer el imaginario.

—¿Qué elementos cree que aporta su trabajo al relato histórico cubano de los últimos 60 años?

—No soy historiador ni lo pretendo, aunque es cierto que sin la referencia al contexto histórico buena parte de las vallas serían difíciles de comprender. Eso ha exigido bucear en la historia reciente del país, pero no para interpretarla sino para ayudar a comprender qué ha pretendido explicar la gráfica mural. Cuba en vallas si algo ofrece es esa reconstrucción del imaginario que ha querido forjar la Revolución.

—¿Qué función le atribuye hoy a la valla política dentro de un entorno comunicativo mediado por la era digital?

—Aunque se pueda creer que la gráfica mural es un medio obsoleto en un mundo dominado por la comunicación digital, creo que forma parte de un engranaje comunicativo que incluye diversos medios y soportes. La comunicación digital no impide que la gráfica se pueda adaptar al entorno actual. La cuestión estriba en definir las estrategias que hagan efectiva esa comunicación. Eso implica hablar de objetivos y resultados.

"Por otro lado, es muy probable que la dirección del país no quiera renunciar a la gestión del espacio público ni al del relato de la Revolución. Es por todo ello que la gráfica mural (vallas y murales) va a continuar presente en el país, no solo como una seña de identidad visual, sino como un medio de comunicación más a través del cual continuar forjando y adaptando el imaginario de Cuba".

—¿Qué tan lejos o cerca está Cuba de contar con una gráfica política moderna o "correcta"?

—En primer lugar, se debería definir qué es lo aceptado como correcto o moderno en materia de gráfica política. No lo tengo nada claro. Pienso que si la gráfica mural persiste es porque se tienen datos de su efectividad. Es cierto que los costes de producción han obligado a reducir el número de vallas instaladas, pero su presencia sigue siendo notable, por algo será. Ya sea para demostrar que el proceso revolucionario sigue su camino, con sus éxitos y sus insuficiencias, o simplemente porque la liturgia revolucionaria así lo exige. ¿Es concebible pensar en celebraciones como la del 26 de julio sin vallas alusivas? Creo que no. Si lo que se quiere entender como "correcto" tiene que ver con las temáticas tratadas, pienso que es posible que la gráfica pueda ampliar su agenda en tanto la sociedad en su conjunto lo haga.

—Luego de haber presentado su libro tanto en España como en Cuba, ¿cuál ha sido la respuesta del público?

—En España se han hecho diversas presentaciones y la respuesta de los asistentes siempre ha sido positiva. Cuba y su Revolución son temas que no dejan a nadie indiferente en mi país. La singularidad del caso es que nunca antes se había publicado allí un libro que intentase explicar la Revolución desde las imágenes de sus vallas políticas. Eso ha sido de una enorme ventaja, porque implica que ha podido interesar a un público muy diverso: a los incondicionales de la Revolución, a los entusiastas de la gráfica mural y a los interesados en la comunicación política.

"De la respuesta al libro en Cuba, solo puedo guiarme por los dos actos en los que he podido hablar de él: en la presentación "oficial" en el Palacio del Segundo Cabo de La Habana y en una charla sobre la gráfica mural a estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Son dos públicos bien distintos pero con un elemento en común: el interés por conocer un patrimonio comunicativo y estético extraordinario. Si algún día el libro circula por el país podríamos evaluar mejor qué piensan los cubanos de él".

—¿Planea continuar con algún otro proyecto relacionado con la gráfica mural?

—Sí. Hay muchos aspectos que se pueden investigar. Cuba en vallas recoge unas 500 imágenes. Es una cifra notable, pero creo que es un porcentaje bajísimo en relación con las decenas de miles de diseños expuestos desde 1959. Eso quiere decir que hay una masa crítica de material todavía por descubrir. Con lo que ya cuento,  también tengo muchas opciones para seguir investigando. Actualmente estoy trabajando en conocer cómo la gráfica reflejó las relaciones de Cuba con el campo socialista y, en especial, con la Unión Soviética. La pretensión no es publicar un libro, sino llevar a cabo una investigación académica.

—En lo personal, ¿cuánto le ha enriquecido Cuba en vallas?

Cuba en vallas ha sido el último producto de una trayectoria de más de diez años de trabajo. Antes hubo dos exposiciones con sendos catálogos. En ese recorrido, lo aprendido ha sido mucho, ya sea sobre las vicisitudes del proceso revolucionario o bien sobre la riqueza del patrimonio gráfico de Cuba.

"Aunque la perspectiva con la que he trabajado no incide en la parte plástica o estética de la gráfica mural, creo que no sería exagerado decir que la gráfica mural constituye uno de los mejores, sino el mejor, de los ejemplos de lo que es el arte de la Revolución Cubana. Poder trabajar con ese patrimonio ha sido un lujo. Más allá del aprendizaje cognitivo hay otro aprendizaje más valioso y profundo. A largo de estos años, he tenido la fortuna de conocer muchas personas que me han ayudado o me han aconsejado tanto en Cuba como en España para mejorar mis proyectos. Esas experiencias son impagables y es lo que realmente enriquece el conjunto".


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster


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