Vampiros y humanos en sana convivencia

Hotel Transylvania es un filme del año 2012. Está catalogado como película para niños, lo que en realidad quiere decir que su público se hace extensivo a todas las edades. Tanto la primera como su segunda parte, Hotel Transylvania II, hacen uso del 3D y han sido producidas por Sony Pictures Animation y distribuidas por Columbia Pictures.

Las voces de los personajes en las dos entregas fueron interpretadas, como suele hacerse a menudo con animados de este tipo, por celebridades: Adam Sandler y Selena Gómez son algunos de los nombres que se ven involucrados en ambos proyectos.

El director de las dos cintas es Genndy Tartakovsky, quien se creó su fama por El Laboratorio de Dexter, una serie de dibujos animados que trata de un niño genio que tiene un laboratorio secreto con una colección inmensa de inventos, y por Samurai Jack, serie animada que mezclaba la vida de los samuráis con la ciencia ficción.

En Hotel Transylvania, Tartakovsky cuenta la historia de un Drácula que, después de la muerte de su esposa, crea un hotel para monstruos, un sitio seguro para criar a su hija Mavis. Como regalo de su cumpleaños 118, la joven vampira pide salir más allá de los límites del castillo. El padre, temeroso de los humanos le hagan daño, inventa un ardid para que ella no tenga que enfrentarse a ellos. Paradójicamente, Mavis conoce a un muchacho humano del que termina enamorándose.

La cinta tiene moralejas bien explícitas –y no por ello reiterativas- con respecto al respeto que debe mediar en las relaciones humanas y la tolerancia hacia la diferencia. También, no deja de hacerse referencia a los cambios de mentalidad que ha vivido la humanidad en las últimas décadas: los vampiros, hombres-lobos y demás monstruos han pasado de ser temas de películas de terror para constituir a menudo asunto de sátiras, cuando no de mero entretenimiento.

En Hotel Transylvania II, del año 2015, la vampira Mavis se ha casado con el muchacho humano. Juntos han tenido un hijo llamado Denis, un pelirrojo muy dulce, a quien su abuelo, el Conde Drácula, se esfuerza en volver un feroz vampiro chupa sangre.

Contrario a lo que suele pasar en una segunda parte, Hotel Transylvania II resulta aún más jocoso y logrado que la primera entrega, que ya es mucho decir. Ambas cintas asumen cada segundo como oportunidad para explotar personajes y escenarios absurdos o exagerados, que no pueden menos que provocar la risa.

Como sucedía en Hotel Transylvania, su continuación también asume máximas pertinentes y de buen gusto. En este caso las enseñanzas van por las cuerdas de como el amor incondicional no exige nada a cambio y cómo cada ser humano es perfecto justo como es. El hecho de ser o no vampiro se hace parábola en esta cinta de tener o no determinadas características físicas o de personalidad.

Hotel Transylvania I y II abogan por el respeto al derecho ajeno, que es la paz, por la aceptación y la inclusión. Un mensaje que va muy acorde a los tiempos que corren.

Ambos filmes tienen grandes valores, y, por si fuera poco, una ambientación exquisita. Además, las expresiones de los personajes en 3D superan por momentos a la de los mejores actores que pueda el espectador imaginar. Delicioso.