Crudo

Nada en Crudo (2017) es gratuito. Justine es una adolescente que proviene de una familia donde todos son vegetarianos y veterinarios. En la primera semana de universidad, se ve obligada a probar la carne. Entonces se develará el misterio de por qué su familia hacía tanto hincapié en no comer otro alimento que no fueran vegetales.

Aunque la mayoría de los comentarios y todo el marketing que ha tenido esta película la presenta como una cinta sobre canibalismo adolescente, creo que eso sería en buena medida simplificar su esencia. Obviamente hay canibalismo en este filme. De ahí el terror constante, la ansiedad, las ganas de aferrarse al asiento y el deseos contradictorios de mirar, y a la vez no hacerlo, cada escena de la película. Pero no va de mero canibalismo. O al menos no solo. Es también una oda a la herencia. O un persignarse por ella. Hay un poder innegable en el de dónde venimos… que arrastramos toda nuestra vida. A veces nos define y a veces nos lacera.

Crudo —Raw su título en inglés— es la opera prima de Julia Ducournau, una directora francesa. Dice que cuando era pequeña estaba viendo dibujos animados y se puso a hacer zapping con el mando del televisor. Entonces vio una escena de masacre de una película, pero esos fragmentos no la horrorizaron, porque los vio como consecución de las persecuciones de los muñes que miraba antes.

El talento que Ducournau demuestra en Crudo hace que sea desde ya referencia obligada en el cine contemporáneo. Como en otros tiempos hizo David Cronenberg, Ducournau asume los elementos menos conciliadores de otros géneros, en este caso el terror, para ponerlos en función de su muy exclusiva visualidad poética.

Otro ejemplo de cómo toma Ducournau de otras referencias para su propia poética: Erick Fromm decía que el cuento de La Caperucita Roja de Charles Perrault era una metáfora de la llegada de la menstruación. Porque con la llegada de la menstruación llega la adolescencia y los innumerables peligros que acechan en esta etapa de la vida. Algo de esta interpretación de Fromm hay en Crudo. Julia Ducournau, que se ha declarado lectora acérrima de Erick Fromm, da mucha importancia a la sangre en la película.

Cada gota de sangre cuenta en esta cinta. Ninguna va en balde. Todas tienen su razón de ser y devienen metáfora del peligro que acecha en la adolescencia. La sangre lo determina todo. Quiénes somos, de dónde venimos y también hacia dónde vamos. Todo cambia en la vida de la protagonista de Crudo cuando come carne por primera vez. Nada vuelve a ser igual. ¿Cómo podría serlo? ¡Alerta máxima! Crudo es un relato visceral e irresistible que asume y reinterpreta conceptos filosóficos de una manera muy novedosa... e inquietante.

Cabe además señalar la exquisita selección de planos y la música, inquisidora y envolvente, que logran una correlación muy exacta y terminan llevando al espectador hacia una autoexploración del inconsciente. Es obvio que a Julia Ducournau la búsqueda de la identidad propia de la adolescencia le parece una aventura incómoda y desconcertante.

Porque además de tratar temas como la herencia y lo difícil que se hace el tránsito de la niñez a la adultez, la directora cuestiona a la sociedad actual. Defiende el derecho de cada individuo a ser diferente. La sociedad implica para Justine, la protagonista de Crudo, una ilusión de lo que es aceptable. Implica esconderse dentro de un grupo para evitar tener voz propia. ¡Qué error más ampliamente consensuado!