Tecnologías y cambios

En el Foro de Cubahora se debate el tema 30 años de Internet ¿Cómo las TIC han cambiado tu vida? pero también pudiera estarse discutiendo sobre otros avances que ahora no se califican de tan espectaculares como los de la red de redes.

Las justas valoraciones están obstaculizadas por el paso del tiempo, por no haber vivido el momento, desconocer u olvidar aquellas líneas telefónicas de las cuales se conectaban varios usuarios que debían de esperar a que uno concluyera para hacer las llamadas.

Había que darle vueltas y más vueltas a una manigueta para conseguir que la operadora atendiera y estableciera la comunicación, pero aun así transformó por completo la vida porque permitía una comunicación instantánea entre dos puntos de la geografía cubana.

Y fue superior a los telegramas transmitidos por clave de Morse que a su vez ya eran un extraordinario avance con relación a las cartas que de La Habana hasta Trinidad demoraban alrededor de una semana.

Si la misiva se enviaba entre La Habana y Moscú podía ocurrir que la novia estuviera recibiendo cartas de su novio hasta tres meses después de haber roto las relaciones y ya tener otra, así como crear confusiones que cambiaban la vida de todos los implicados.

Al transcurrir las primeras dos décadas del segundo milenio, las líneas de teléfono fijo son digitales, los telegramas se imponen mediante computadoras, pero todavía hay quienes prefieren escribir cartas, como todavía subsisten añoranzas por las tecnologías recién desaparecidas y gustan de que las nuevas tengan, al menos, las apariencias o los ruidos de las anteriores.

Aunque el reloj sea digital, los prefieren con una esfera, manecillas y los números del 1 al 12, y que el teclado de la computadora tenga el sonido de las máquinas de escribir, algo que los especialistas llaman Parálisis Paradigmática.

Los soportes siempre han estado avanzando, aún en las condiciones cubanas, donde la lentitud de la modernidad no ha impedido que llegue inexorablemente, y tampoco ha evitado la existencia de quienes consciente o inconscientemente se niegan a usarlas para comunicarse.

El peor de los casos está en quienes no cambian, pero no se trata de una actitud ante las tecnologías, ya sean nuevas o viejas, sino que por alguna razón actúan reaciamente a escuchar, dialogar, transmitir y recibir información, en tanto disfrutan de las bondades de los medios modernos, excepto para tener la comunicación como un instrumento de trabajo o herramienta de dirección.

Sin dudas, cambia la tecnología se transforma la conducta, pero también tienen que perecer (por voluntad propia o provocada) los que mantengan una actitud de rechazo a la comunicación social.