La película soviética "Diecisiete instantes de una primavera" despertó recuerdos de cómo descendientes de hogares formados por los dos o un emigrante viven dos mundos en un mismo espacio y tiempo.
En el filme, la agente embarazada es llevada a parir en un sitio donde los nazis no pudieran escucharla en ese momento, pues al quejarse, lo haría a la manera de los rusos y entonces descubrirían que no era alemana.
Esa escena revivió que en 1958 este redactor despertó la risa de los presentes cuando dio gritos de dolor al darse un golpe, algo tan natural que siendo niño no podía comprender los motivos de aquellas expresiones de los demás que parecían hasta de burla.
Entre las consecuencias, las puede haber buenas o malas, pues dependen de circunstancias tales, como si son o no, discriminados por su país de origen u otras condiciones sociales o económicas que pudieran motivar reacciones favorables o desfavorables.
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Hay quienes confiesan que al radicarse en otras naciones, aplican la filosofía de que donde fueres, haz lo que vieres, pero que en algún instante no pueden evitar pronunciar una frase en el idioma materno porque en ninguna otra lengua logran expresar sus sentimientos.
Además de que lo digan, los nacidos en ese tipo de hogares, lo sabemos por experiencia propia, que hay festejos inolvidables cuyas formas de celebración son inevitablemente a la manera del país natal a pesar de que tratan de hacer lo contrario.
Los descendientes de chinos que arribaron a Cuba en la década de los 40 del siglo pasado, se mantuvieron haciendo las fiestas en sus fechas tradicionales y no por las del calendario vigente en la maayor de Las Antillas.
Emigrantes del mundo árabe también hicieron otro tanto, y todos buscaban la manera de reunirse en sociedades creadas en locales donde hacer sus tertulias e incluso hasta se asentaron en las mismas áreas o construyeron cementerios propios.
Hijos y nietos de emigrantes cuyos ancestros son de varios países y están asentados en diferentes naciones, han dado testimonios de que en sus hogares vivían como si estuvieran en el terruño natal, en unos casos durante días señalados, pero en otros por siempre.
Son muy frecuentes en esas situaciones que los descendientes sean bilingües, somos aquellos a quienes nos preguntan cómo nos enseñaron el idioma, algo que no fue así, sino que resultó un proceso natural en el cual dentro del hogar usamos la lengua materna y fuera la del país de residencia.
Así fue en todo, hasta que las costumbres se enrarecieron con quienes intencionalmente mezclaron la política, una provocación en la que caen buena parte de las víctimas en los países que emprenden un camino diferente al de sus metrópolis o naciones dominantes en las relaciones.
Sin violar la privacidad porque no identifico a nadie; estoy pensando en el caso de quien en 1986 me dijo que tenía listo el yate para venir a tomarnos una cerveza en el barrio donde él nacio, pero sería cuando se cayera la Revolución y que recientemente avisó: ¡Oye, aquello no hay quien lo tumbe y yo sí soy cubano! ¡Espérame que voy para allá!.
Y no dudo que algún día, reciba su mensaje con una frase que ese amigo de la infancia solía decir: "Pa tu tierra grulla, aunque en una sola pata sea", idea que según él mismo decía, aplican quienes son sorprendidos lejos de su terruño cuando envejecen.
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