"Déjate de inventos" es una frase que desde hace muchos años se utiliza hacia quienes tratan de vivir al margen de lo que da el trabajo, pero la palabra también tiene otra acepción que se ha ido generalizando al agudizarse las carencias materiales.
Mientras que para "los inventos" de los inescrupulosos el caldo de cultivo es la impunidad, la falta de rechazo social y la necesaria acción del orden y la ley, para la innovación y la racionalización es de alta importancia un clima laboral favorable.
Por cierto, recientemente en una entidad privada donde las ventas estaban paralizadas porque el instrumento de pesaje no estaba a mano, el empleado de esa instalación particular respondió al colega: ya se lo he dicho al dueño, y eso es bastante... allá él...
Como la charla era en voz alta, los clientes que no se marcharon, sino que estuvieron a la espera, pudieron escuchar que semanalmente reciben ingresos superiores a los 9 mil pesos, cifra astronómica comparada con obreros de cualquier industria.
En los años 60 y 70, cuando las dificultades se estaban acrecentando, hombres y mujeres con bajos salarios y estrechas condiciones de vida y trabajo, iniciaron hasta de manera espontánea, un movimiento de innovación y racionalización que evitó las paralizaciones de maquinarias que dejaron de recibir piezas de repuesto.
Válido preguntarse entonces por qué con altos salarios y en cómodas situaciones para desempeñar sus labores, alguien puede no sentirse inclinado a crear u organizar un flujo de manera que se logren nuevos productos y servicios o se brinden de manera correcta, con eficiencia y eficacia.
Por supuesto, que para no perder las ventajas de elevados sueldos no es raro que generalizadamente encontremos personas dispuestas a intensas jornadas laborales y prestar el servicio hasta con exagerada amabilidad, pero no es lo mismo que estar motivados, romper esquemas de pensamiento y proponer nuevas ideas.
Hay que tomar en cuenta las motivaciones de un trabajador para realizar innovaciones y racionalizaciones, así como la manera en que debe tratarlo el empleador para que haya un clima favorable para la creatividad de los empleados.
Algunas de las motivaciones más comunes incluyen el deseo de mejorar el producto o servicio de la empresa, lo cual se logra cuando los trabajadores se sienten orgullosos de su labor y quieren que la empresa sea exitosa.
También está el deseo de ser reconocidos por sus compañeros o por la empresa y la sociedad, por lo cual están más motivados a realizar contribuciones que sean apreciadas por los demás.
Eso solo se logra si las administraciones, lo mismo estatales que no estatales, crean un clima favorable para la innovación y la racionalización a través de una serie de medidas, como proporcionar oportunidades para el aprendizaje y el desarrollo.
También creando un entorno de trabajo que fomente la creatividad, donde los trabajadores deben sentirse seguros de expresar sus ideas, incluso si son nuevas o inusuales y se recompensen la innovación y la racionalización, algo que no siempre ocurre.
Por tanto, no solo los trabajadores tienen que inventar, sino también los empleadores y las administraciones deben desarrollar sus inventivas para crear espacios de colaboración e intercambio de ideas.
Cuando esto suceda plenamente, se multiplicarán mucho más las innovaciones y racionalizaciones, sobre todo cuando haya capacidad para apoyar la experimentación y el fracaso, sí: el fracaso, pues es cuando más estímulo necesita el innovador para recobrar el ánimo y continuar inventando.
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