Dircom

Desde hace unos 30 años, a cada momento hay alguien en el mundo que gana conciencia de la necesidad del director de comunicación o, como suele llamarse: DirCom, una persona a la que atribuyen la misión de planificar, dirigir y coordinar las comunicaciones para lograr una imagen positiva.

Hay quienes exponen muy preparadas argumentaciones para referirse a la importancia de este personaje en crear y mantener toda una red de contactos, tanto dentro como fuera de una entidad o institución.

Y en tal defensa del papel del DirCom se llega a decir que más que un especialista en materia de comunicación, es un estratega porque debe ser capaz de encontrar el momento oportuno, y palabras convenientemente elaboradas para convencer a los directivos de la importancia de su labor.

Cuentan que los graduados de tal especialidad no encontraban trabajo, pues los empleadores eran más receptivos a propuestas concretas para mejorar los servicios o incrementar la producción que aceptar un plan de acciones comunicativas.

Quizás, por no ser tangible, este recurso no está encontrando cabida rápidamente en las mentes de quienes en cualquier país lo necesitan y esté sucediendo como al hombre primitivo que caía muerto de frío sobre un yacimiento de petróleo.

Luego de indagar sobre los DirCom fuera de las fronteras cubanas, en un sitio de redes sociales veo que el colega @tubalpaez se presenta en Twitter como “Director de Comunicación de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba”, lo cual aprecio como una señal positiva de que también la Mayor de las Antillas empieza a andar por buen rumbo en el asunto.

La cotidianeidad cubana demuestra la necesidad de que las partes que componen un todo se unan mediante mecanismos de comunicación para cumplir un objetivo, pues al no existir, abundan los desaguisados por doquier.

Si en la estación ferroviaria de Santa Clara existiera un DirCom que hubiera desarrollado acciones comunicativas internas, todos los turnos de trabajo se hubieran enterado de que se volvían a introducir cambios en el sistema de reservaciones.

Resulta que ningún empleado, ni el encargado del servicio de información lo sabía, y se enteraron al llegar los relevos, quienes como prueba de sus explicaciones, señalaron un ilegible y pequeño papel colocado como aviso en el cristal de una taquilla.

“Es que andan como hormigas locas”, dijo uno de los que pretendía viajar y no pudo. Otro de la cola, demostrando sus conocimientos sobre tales insectos, muy seriamente exigió respeto para esos animalitos, pues “las hormigas no pueden empujar, sino que halan, y al llevar una carga, cada uno tira hacia sí mismo y llegan a su destino. ¿Saben por qué? Pues porque al saber hacia dónde van, no halan parejo, pero lo hacen en el rumbo correcto aunque sea en zigzag. Por tanto: son superiores a los empleados del ferrocarril. No ofendan a las hormigas.”

Todos rieron con los datos aportados por el conocedor de hormigología. Los ánimos se calmaron. Pero la vida siguió igual. En espera de que algún día, un DirCom llegue también por esos lares y diseñe una estrategia para el uso de la comunicación interpersonal, interdepartamental, interáreas y sea usada como instrumento de dirección.

Y por supuesto que también se requerirá de alguna dosis de laboriosidad y vergüenza.