Ajedrez

Por primera vez supe de Guillermito García en 1969, cuando Rafelito, un condiscípulo de los estudios de Periodismo en La Habana, habló con tanto entusiasmo que no le creíamos sobre la existencia de un jovencito capaz de vencer tres adversarios a la vez, jugando de espaldas a los tableros.

Sin embargo, en apenas seis o siete años, al verlo frecuentemente en titulares de la prensa como experto y seguidamente Gran Maestro, a los 22 años, se despejaron las dudas sobre el ajedrecista, capaz de mucho más si en 1990 no hubiera fallecido en un accidente de tránsito.

Este formidable trebejista viene a la mente en estos días finales de año en que él hubiera cumplido 65 años de edad, y se experimenta un cúmulo de dificultades que van desde una inédita carestía de pan, hasta los cotidianos problemas del transporte, la falta de medicamentos, el salario que no alcanza y los precios con alturas cósmicas.

Por supuesto que cualquiera sentiría el mayor respeto por los deportistas dotados del don de tener lo que llaman “conciencia situacional”, como cuentan que era Guillermito, quien en un rápido vistazo era capaz de darse cuenta de la realidad imperante sobre los 64 escaques con sus 32 piezas.

Y la admiración crece no solamente cuando se les ve enfrentarse a varios contrincantes, sino cuando se tienen pruebas de que es capaz de memorizar las posiciones de las piezas sin mirar.

Así jugaba dominó en el edificio de la beca universitaria de F y 3era., uno de nuestros condiscípulos en la carrera de Periodismo, Félix Milián, a quien ni en broma se le podía pasar “un forro” porque llevaba mentalmente el listado de fichas colocadas y quién las ponía.

Tanto a uno como al otro se les puede recordar cuando escuchamos por estos días que los problemas cotidianos son tan complejos que no basta planear una solución, sino que hay que concebir variantes y prever cómo actuar ante cada situación en un escenario muy cambiante.

Como suelen decir algunos: la sábana es tan corta, que si uno se tapa los pies, se descubre hasta el pecho; o también: si resuelves un problema, tienes que haber previsto antes cómo solucionar el otro (o los otros) surgido(s) como consecuencia del arreglo.

Pero a diferencia de ajedrecistas y jugadores de dominó, ocuparse de tácticas y estrategias para conducir los destinos de una localidad o de un territorio más amplio hasta llegar a su totalidad, es como estar las 24 horas del día y los 365 días del año enfrentando al adversario.

En la Mayor de las Antillas no hay partidas selladas, ni tampoco un lapso entre cada temporada de juego. Y es como si el dominó fuera con el cuádruple de fichas, y el ajedrez tuviera 640 casillas y cada trebejista manejara 320 piezas.

Así ha vivido cada persona desde hace seis décadas, en las que todos se han enfrentado a una partida donde el tablero crece por momentos el número de casillas y piezas, y las situaciones se tornan más complicadas. Sin embargo, cuando el adversario ha creído que dará jaque mate, el cubano o la cubana hacen una movida que cambia el escenario.

Según la valoración sobre la situación material, los 11 millones de ciudadanos están en desventaja, pero a juzgar por las posiciones en que tienen las piezas, volverá a ser válido el dicho: “Lo bueno que tiene esto, es lo malo que se está poniendo”, y las jugadas en 2019 serán exitosas.