Esto no es un cuento (+Video)

Era una vez un músico que mientras más crecía más admiraba a los grandes. Más les agradecía haberlo inspirado y llevado hasta allí, a esa altura de reciprocar, de inspirar a los que recién se echaron a andar, y ya no creen en más cuentos ni en fantasías que aquellas que puedan concretar. Que con solo nueve años dejó su natal Manaca Iznaga para cantar en Cienfuegos con la agrupación Cielito Lindo. Y dejó a su país, físicamente, y anduvo todo tipo de ánimos, de sonoridades y estilos; hasta encontrarse: “Volví a Cuba porque era una necesidad que tenía en mi corazón. Era un impulso y una deuda que tenía con mi gente y con mi música cubana”.

A esta altura, con su sexto disco en solitario, sabe que la perfección, esa diosa con la que soñaba en el ISA, no podría domar a la emoción, potranca que se desata en el estudio, filmando un video y en el escenario, su “estado natural”. Aunque aún corre tras ella, la sigue enamorando.

“No se puede vivir del coro. Seguimos creyendo en la música. Esa magia que nos envuelve, que de Cuba nace es especial. Esta es una isla bendecida, y tenemos escuelas llenas de niños que se levantan todos los días a estudiar y aprender y necesitan también lo que yo en su momento tuve: inspiración. Soy la respuesta de mi gente, de lo que se vive en la calle. La música siempre me ha salvado” —nos comparte medio nervioso lo que nos gritaría sobre la tarima.

El sentir hecho performance y música real se enarbola en la última propuesta discográfica de Alain Pérez “Se hizo la música, nació el duende de la inspiración y llegó El cuento de la buena pipa”. Su segundo fonograma producido con el sello discográfico de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), y presentado la pasada semana en la Casa de la Música de Galiano, en el marco de la Quinta edición del Festival de la Salsa.

El álbum es “como Alain mismo”, nos adelantó el director de la disquera, Mario Escalona: “Desprejuiciado, integrador, alquimista de ritmos (chachachá, son, afro) y timbres (acústicos, electrónicos) que se alternan hasta que el tumbao se impone en todo su esplendor, convocando al baile, a la sensualidad. El oído atento al habla popular, a lo que ocurre en el barrio, nos devuelve el sonido revolucionario, cubanísimo, a ratos cosmopolita y, por suerte, difícil de etiquetar”.

Son doce composiciones cantadas por el propio Alain Pérez, quien inevitablemente recuerda a grandes intérpretes de la música popular cubana, en especial al Benny Moré. Con arreglos donde se luce, al resolver felizmente y sin extraviar al bailador, esos atrevimientos suyos de combinar géneros y ritmos, una metáfora con otra. Un disco ecléctico, como un collage de pasajes memorables de la música universal y sobre todo cubana, en el que se asoma, una y otra vez, la impronta de la música urbana. Multiverso musical que se anuncia desde el primer tema, con ese fragmento del Concierto para piano y orquesta N.º 1 de Tchaikovsky, con el que se presenta el ya clásico programa televisivo De la Gran Escena.

“Un viaje musical imaginario”, lo calificó el Caballero del Son, Adalberto Álvarez, en las notas del CD. “Sientes que realizas un recorrido por diferentes géneros de nuestra música cubana, tratados impecablemente, con una sonoridad contemporánea y arreglos magistralmente escritos (…) letras, armonía, frescura, actualidad y una versátil interpretación vocal de este maravilloso músico de nuestro tiempo”.

Un disco que —como expresó en la conferencia de prensa Isacc Delgado— le puede llegar al que piensa mucho y al que no piensa nada, pero frente al que no se podrá resistir el que le gusta bailar. Así lo comprobamos cuando después de la presentación Alain Pérez subió, junto los jóvenes músicos de su orquesta, a regalarnos tres temas.

En la presentación oficial del disco se visionó el primer videoclip del disco. El audiovisual, dirigido por Alejandro Pérez y bajo la producción de la EGREM, recrea el primer sencillo del fonograma Pa´ eso estamos.

La 8va pista —con letra de Graudelio Pérez y la participación de Rolando Luna al Piano, Alexander Abreu en las trompetas—, es una muestra representativa del ajiaco bien sabroso que nos regala Alain Pérez en su nueva producción: un intro de piano, salsa, timba y mambo en el clímax. Expresión del medio ambiente en que fueron creados estos temas. La temperatura de Cuba, del barrio, el movimiento de las mujeres, el chiste de la calle, la jocosidad. “De esa temperatura uno bebe, se nutre”.

Una historia sencilla protagonizada por la bella actriz Claudia Álvarez y el mismísimo Alain Pérez. Ahí están la personalidad y carisma del intérprete, su melena y su bastón. La fraseología popular, la cubanía. El lirismo besando a la sabrosura.

Llama la atención, que a pesar de que Alain Pérez contextualiza su historia de amor en La Habana, con sus esquinas y el Malecón; Alejandro Pérez la traslade a un ambiente campestre, en medio de una carretera, donde la ciudad queda retirada, en el horizonte. Como asombra que asuma el blanco y negro, y abandone su predilección por las texturas y tonalidades que se han vuelto cliché al fotografiar a “La Ciudad Maravilla”. Minimalismo efectivo.

Esto no es un cuento, es un ¡Viva la música! Y “Pa´ eso estamos” para el arte orgánico y enriquecedor.